Desde hace tiempo he tenido la
inquietud acerca del comportamiento humano alrededor de estas dos celebraciones
que se realizan con muy poco tiempo de diferencia; y de las cuales es
participe, en su mayoría, el mismo público. Estas fiestas, legado de nuestros
antepasados, yacen en lo más recóndito de nuestro ser.
Mi pregunta siempre ha sido: ¿Por
qué si somos las mismas personas (o en su mayoría) las que celebramos estas dos
fiestas, actuamos de forma muy diferente en cada una de ellas?
Y he aquí algunas posibles respuestas: NAVIDAD, del
latín nativitas, que quiere decir “nacimiento” una de las
festividades más importantes del cristianismo, que la iglesia católica celebra
el 25 de diciembre, como el nacimiento de Jesucristo en Belén.
Heredada de los conquistadores,
sus creencias y prácticas religiosas.
Nuestros abuelos enseñaron a
nuestros padres que EL Niño Dios llegaba
y les traía regalos, eso sí, a los que se portaban bien. Eso mismo nos
fue enseñado a nosotros y de pronto hasta aquí la cadena.
Ahora bien , ese sentido de la
celebración se ha perdido con el pasar
de los tiempos, ahora se ha caído en el exceso de comida, alcohol y regalos,
pero siempre en familia. El hombre actúa, mostrando cariño, respeto y mucho
afecto a sus familiares, allegados, amigos, vecinos y conocidos. Es una época de la cual se rescata
el compartir mucho o poco. El sentimiento de solidaridad se despierta y se
piensa más con el corazón, que con la razón. Es el momento ideal para la
reconciliación y expresar los más bellos sentimientos.
CARNAVAL, proviene de la palabra
latina carnelevare , de carne (carne) y levare (quitar).Además ya sabemos que el carnaval es tan antiguo
como las civilizaciones, y que se relaciona también con los Saturnales
celebrados en Roma. Pero, ¿Cómo influyen estos y todos otros datos históricos y
antropológicos (no mencionados aquí) en el actuar del Barranquillero en
carnaval? ¿Será el gen carnavalero de que nos hablaba nuestra anterior reina
del carnaval Daniela Cepeda? o ¿Simple emulación?
Lo que si estamos seguros es que
el Barranquillero, el mismo de la
navidad feliz, se transforma en esta otra época y su sentimiento de igual
forma. Partiendo de la antigua concepción que el carnaval era el mundo al
revés, que todo valía, la mofa, la burla y había licencia para todo y para
todos, no es nada extraño que hayamos seguido
al pie de la letra todos estos “lineamientos”
carnavaleros.
Por otro lado, se hace alarde del
donjuanismo camuflado, que aflora bajo los efectos de unas cuantas cervezas,
unos traguitos o todos juntos al ver el
contornear de una mini falda o un jean bien ceñido al cuerpo, haciendo apología
a lo de la CARNE.
El pensamiento vuela y el
diablito se encarama en el hombro izquierdo diciéndole al oído ataca, ataca.
El ojo baila de un lado a otro,
como lanzadera de máquina, buscando saciar ese sentimiento muy diferente al que
dejaba notar en navidad.
La verdad y no la podemos negar,
es que el alcohol juega un papel importante en esta transformación del
comportamiento humano, algo que no producen los buñuelos, la natilla , los
pasteles o los sancochos de diciembre.
La otra preguntica sería, en este
sentido ¿Cuáles son más atrevidos en carnaval las damas o los caballeros?
Sin ánimo de polemizar, cada uno tiene la
respuesta .Sin embargo, Siguiendo otrora patrones sociales y culturales de
nuestro entorno, estamos casi seguros que más de uno contestaría, que los caballeros;
partiendo de aquella concepción, ya revaluada de que el hombre es el que lleva
la iniciativa. Pero cuando hay de por medio rasgos de alcohol en el organismo
nadie tiene la última palabra.
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